Los candidatos que ganaron hoy ya no están en campaña, ya están ejerciendo su rol y muchas cosas cambian. Los miden de una manera diferente, pero al mismo tiempo, la ciudadanía espera ciertas cosas de ellos que deben ser transmitidas tanto desde lo institucional (Gobernación, Alcaldía, Concejo, Asamblea, congreso, etc) pero también desde la persona que toma las decisiones y que fue por la que votaron.
Eso nos lleva a entender que aunque se deben cuidar las redes y canales de la institución, no se debe olvidar nunca el posicionamiento de la marca política. La diferencia entre la marca institucional y la marca personal de un político radica en los niveles de representación y enfoque. A continuación, queremos contarles las características clave y diferencias de cada una:
Marca institucional:
Representación colectiva: La marca institucional se refiere a la imagen y reputación de la entidad o institución a la que el político pertenece, como un partido político, una institución gubernamental, o una organización específica.
Valores y principios compartidos: Está asociada a los valores y principios de la institución. La marca institucional refleja la plataforma política, las políticas y la agenda del partido o entidad en su conjunto.
Identidad visual y mensajes oficiales: Utiliza una identidad visual específica, como logotipos y colores, que representan a la institución. Los mensajes suelen ser oficiales y están alineados con la plataforma y políticas establecidas.
Responsabilidad compartida: La responsabilidad de la marca institucional recae en todos los miembros de la institución, y su gestión suele estar centralizada, con directrices claras para mantener coherencia.
Límites en la Autenticidad Personal: Los políticos que forman parte de una institución deben equilibrar la expresión de su autenticidad personal con la necesidad de representar los intereses y valores del grupo al que pertenecen.
Marca personal:
Representación individual: La marca personal se centra en la imagen y la reputación del político como individuo. Se trata de cómo el político es percibido por el público y cómo construye su propia identidad política.
Valores y narrativa personal: Está asociada a los valores y la narrativa personal del político. La marca personal refleja las experiencias, creencias y objetivos específicos del individuo.
Estilo y comunicación personal: Incluye el estilo personal del político en la comunicación, cómo se presenta, cómo se comunica en redes sociales, y la autenticidad percibida en su interacción con la audiencia.
Gestión autónoma: La gestión de la marca personal es más autónoma y personalizada. El político tiene más libertad para decidir cómo presentarse y comunicarse, aunque aún debe considerar la coherencia con su posición institucional.
Conexión emocional: Busca establecer una conexión emocional con la audiencia. La marca personal puede ser más efectiva cuando los votantes sienten que conocen y entienden al político a un nivel más personal.
En Brum sabemos que ambas marcas son esenciales en la política, y un político exitoso debe equilibrar la representación institucional con la construcción de una marca personal auténtica y efectiva. La combinación adecuada puede fortalecer la confianza y el apoyo del electorado. ¡Hagámoslo juntos!