Aquí hablamos de política, pero lo que pasa con Frisby nos enseña algo más profundo: el poder de la narrativa.
Aquí hablamos de política, de líderes, de ideas que transforman y de campañas que inspiran. Pero hoy queremos hablar de Frisby, una marca de pollo. ¿Por qué? Porque lo que le está ocurriendo a esta marca colombiana no solo es un tema legal o empresarial. Es una lección para todas las marcas: las comerciales, las personales y, por supuesto, las políticas.
Hace unos días, Frisby se convirtió en el centro de una controversia internacional por el uso no autorizado de su marca en España. Pero más allá del debate jurídico, ocurrió algo que nadie esperaba: la comunidad salió a hablar. Las marcas competidoras se solidarizaron. Y nadie tuvo que explicar qué es Frisby, porque su narrativa ya estaba en la memoria emocional de los colombianos.
Ahí está la clave.
Las marcas no viven en los logos. Viven en las historias que la gente cuenta.
Porque una marca no es solo su imagen. Es su narrativa. Es la historia que ha contado durante años, la experiencia que ha generado y el lugar emocional que ocupa en la vida de las personas.
Y eso aplica para las marcas políticas también.
En política, la narrativa lo es todo
¿Quién eres? ¿Qué representas? ¿Qué emociones despiertas cuando la gente ve tu nombre o te escucha hablar?
La diferencia entre un líder que conecta y uno que solo habla está en la narrativa.
Frisby no pidió a-pollo. Su comunidad reaccionó sola.
Eso pasa cuando la narrativa no se improvisa. Se construye con coherencia, con cercanía, con humanidad.
La gente no defiende marcas. Defiende valores.
Lo que vimos con Frisby fue un acto de defensa del afecto, la memoria y la autenticidad.
No defendían solo el pollo: defendían lo que representa.
Y eso también ocurre en política. Cuando una candidatura tiene alma, cuando representa algo más grande que el candidato, las personas se sienten parte de una causa, no de una campaña.
En tiempos de IA, fake news y discursos vacíos la narrativa honesta es más valiosa que nunca.
Frisby construyó su identidad a lo largo del tiempo. Con constancia. Con propósito.
Y esa es una lección clave para quienes lideran, comunican o aspiran a transformar realidades:
Si no construyes tu narrativa, alguien más lo hará por ti.
Y no será necesariamente cierto.
En resumen:
-
La narrativa es la base emocional de cualquier marca.
-
No se construye con eslogan, sino con verdad y coherencia.
-
La comunidad no se compra: se construye.
-
La reputación no se grita: se siembra.
-
Y una marca fuerte, política o comercial, es aquella que tiene quién la defienda cuando no está hablando.