Todos los asesores de campaña sabemos lo importante que es el discurso, esa historia que construyes y que vas a repetir y repetir a tus electores y que sea tan fuerte y constante, que no tenga cabida a dudas. Pero también, sabemos que no siempre el discurso es el mismo (no debe contradecirse, sino que se enfoca dependiendo del contexto y los contrincantes) y que cuando se acercan las elecciones, se debe potenciar.
El discurso político, tiene particularidades que no son tan sencillas de mantener por los candidato si no se construye consciente, constante y estratégicamente, ya que si no corresponde a la realidad o es completamente impuesto, tarde o temprano habrá contradicciones y eso lo cobra muchísimo peor el elector. El discurso de un orador político es una de las maneras de comunicación más directa que se tiene con el elector, no solo es lo que se expresa de manera verbal, sino lo que se cuenta de manera escrita, lo que logramos que los medios digan. Por eso, es mucho más de lo que se cree, es una manera de influir socialmente y de posicionar la marca política a favor del candidato. Lo cierto, es que para tener un discurso exitoso, sin duda el político debe comprender e implementar aspectos de la lingüística, la retórica y por supuesto, la psicología, porque uno de los grandes errores, es que creer que escribirlo, es un asunto netamente intuitivo.
Discurso de Petro y Rodolfo
Actualmente, en Colombia estamos cerca de la segunda vuelta entre dos candidatos que han tenido que transformar y reforzar su discurso en esta segunda etapa. Se trata del ingeniero Rodolfo Hernández, el outsider de la política, y Gustavo Petro, el representante del Pacto Histórico que ya suma dos campañas a la presidencia. La bandera de Gustavo Petro durante su carrera política, ha sido la lucha contra la corrupción, pero sin duda, el corazón de su discurso desde la primera vuelta, ha sido: representar el cambio. En primera vuelta posicionó este discurso, logró apoderarse y ser el abanderado del cambio que necesita Colombia, haciendo alusión a la derrota que buscan del Uribismo (Iván Duque, actual presidente del país, pertenece al partido Centro Democrático, liderado por el ex presidente Álvaro Uribe y ha sido uno de los gobiernos más polémicos y con la mayor imagen negativa) y aunque otros candidatos, como Sergio Fajardo, lograron pegarse también de ese discurso de cambio, lo cierto es fue Petro quien logró posicionarlo como propio y como única opción. Además, uno de los cambios más notables del discurso de Petro, ha sido cambiar el tono y volverse más moderado con posturas que sabía que lo alejaban del voto de centro.
Por otro lado, el ingeniero Rodolfo ha sido constante y enfático en su bandera: ¡Hay que sacar a los corruptos del poder! y con un tono cercano, grotesco pero muy fácil de entender, frentero y jocoso, ha logrado ser la gran sorpresa de la primera vuelta y ha logrado poner a tambalear la campaña de Petro, ya que se quedaron sin el argumento del Cambio, porque Hernández, también representa ese cambio y logra mucho más fácilmente, recoger votos tanto de centro, como de derecha, que no se irían hacia el candidato de izquierda.
Estamos a pocos días de que los colombianos salgamos a las urnas a elegir presidente, sin duda, será una presidencia diferente, sin el fantasma del uribismo y el petrismo (aunque ahora el petrismo se empeña en fortalecer su discurso de que Rodríguez es la continuidad), y ambos candidatos generan mucha incertidumbre y despiertan miedos.
El discurso de estos candidatos es solo un ejemplo del poder discursivo en la toma de decisiones de las personas y es muy posible que de acá a las elecciones veamos discursos más fuertes, directos e incluso, agresivos.
Por eso, a la hora no solo de hacer discursos políticos, sino guiones nunca, nunca se debe olvidar que lo más importante es lo que el receptor SIENTE después de escucharnos, leernos o vernos. Esto implica cuidar:
- Las palabras: lo primero a definir son elegir las palabras clave a usar. Estas deben incluir palabras que representen el conjunto de valores que soportan la marca política y palabras que conecten con el oyente, ya sea por el contexto o por el dolor y necesidad que tienen las personas y que sabemos que logran generar emociones.
- El tono: definir lo que se quiere generar y transmitir. ¿Será conciliador, esperanzador, queremos demostrar fuerza, denunciar algo, asumir una falla?
- Las pausas: estas permiten enfatizar mensajes y lograr que el receptor comprenda que lo que se acabó de decir es más relevante.
- El volumen: Debe tener cambios en el volumen, más alto cuando se deba enfatizar un mensaje.
- La velocidad: sin afanes, pero sin aburrir.
Si al ensayar frente a otras personas (siempre practiquenlo muchas veces), no logran despertar esa sensación o sentimiento que se propusieron, borren y vuelvan a empezar hasta que lo logren. Lo más importante siempre será esa conexión y respuesta emocional, que posteriormente, pueda traducirse en una movilización real el día de las urnas.